Las palabras, gestos y presencia del Papa Francisco en su visita a nuestro país fueron firmes orientaciones en la fe, que iluminan el compromiso de servicio a los más pobres. Presencia que llego a toda la comunidad eclesial en cada una de nuestras diócesis y que nos ayudará a todos a vivir una mayor fidelidad al Evangelio. Esta visita nos permite vislumbrar una hoja de ruta que contribuya a la construcción de la paz el primer paso debe ser el de la iniciativa. Pero no podemos quedarnos esperando a ver qué “sucede”, con ese primer paso, se hace necesario salir al encuentro, es decir “no quedarnos parados” invitación de El Papa Francisco en su mensaje final al pueblo colombiano, invitación que le hacen los obispos colombiano en su mensaje al pueblo Colombiano, con motivo de la CVI asamblea plenaria extraordinaria, donde hacen eco de ese mensaje de la reconciliación, encuentro que trasforman con la idea de salir a la búsqueda del bien común.
La pastoral social adopta el lema de este mensaje como bandera para el 2018, “No podemos quedarnos parados”, fue una de las frases del Papa Francisco en su mensaje de despedida en la ciudad de Cartagena, es un invitación a no quedarnos quietos, a tomar conciencia de la realidad y de la responsabilidad que todos tenemos frente a ella.
Como apuesta la pastoral social de la diócesis apunta al desarrollo de estrategias desde las siguientes líneas claves:
“No nos podemos quedar parados” en La defensa de la vida como eje central de toda acción pastoral, especialmente acciones concretas frente a temas como el microtráfico, el consumo de sustancias psicoactivas, la grave situación de la salud en Colombia.
“No podemos quedar parados” en el cuidado de la casa común, la responsabilidad que existe frente al cuidado del medio ambiente y el adecuado uso y preservación de los recursos naturales.
“No nos podemos quedar parados” frente a la corrupción en lo público, lo privado, lo personal y comunitario por eso necesitamos Una fuerte formación política y ética que contribuya a atacar esta problemática; ya que este fenómeno “ha permeado las estructuras fundamentales de la sociedad y ha contaminado las ideas, los principios y los valores de las personas y nuestras sociedades”.
“No podemos quedar parados” ante las violencias emergentes especialmente aquellas que suceden en las familias, por eso desde debemos continuar la implementando acción de perdón y reconciliación como actitudes de lo cotidiano, que no solamente están ligadas a la solución de las secuelas o consecuencias del “Conflicto armado” si no que contribuyen con la disminución de la violencia cultural instalada históricamente en nuestra sociedad.
El 2018 será un año de acciones concretas de movilización tanto personales como comunitarias, tarea en la cual la iglesia tiene un papel protagónico, donde debe promover el avanzar. Ya dimos el primer paso, pero en definitiva no podemos quedarnos quietos, no podemos quedarnos parados, caminar sin miedo; con fe y esperanza así, se pueden superar las dificultades y generar una cultura del encuentro que nos comprometa en la construcción de una nación reconciliada y en paz.